En verdad, no te voy a mentir, lo primero en lo que
me fije fue en su precioso y respingón trasero (solo porque estaba de
espaldas), estaba colocando su maleta, cuando se giró y vi sus preciosos ojos
pardos y su piel morena, a juego con su pelo castaño, se me ilumino la mirada.
Fue un momento algo incómodo ya que el pasillo era
muy estrecho y el roce era inevitable.
Él y yo estábamos cara a cara, a centímetros de
distancia, y sonriendo como dos idiotas, y como ¡no! La idiota de Samanta! O
sea ¡YO! Tuve que sacar ese lado patético y torpe de mí, y si señores y señoras
mis pies empezaron a descoordinarse y me caí delante de aquel Brad Pitt.
Como no él tan caballeroso se agacho y me pregunto
que si me encontraba bien, y yo como buena idiota que soy lo único que pude
responder fue:
-No, no es nada solo comprobaba a ver si el suelo
estaba bien echo.
Me levante y me sacudí mi sudadera, él se estaba
riendo… no se si de mi caída o de mi estúpido comentario, pero ya no podía
quedar bien delante de él.
Me senté y me dispuse a ver una película pero de
repente oí que alguien me hablaba, me quite los cascos y ¡SI! ME ESTABA
HABLANDO ÉL!! Yo pensé que me iba a
tomar por patética.
-¿Tu nombre?
-¿El tuyo?- Intenté hacerme la interesante.
-Alejandro, pero puedes llamarme Alex, y el tuyo…
déjame adivinarlo.
-Nunca lo adivinaras, no es muy común.
-¿Estás segura?- Me dijo con la sonrisa más
encantadora que podría a ver visto en mis 17 años.
-Sorpréndeme
-Por tu piel morena, y por tus ojos azules, por tu
pelo castaño y rizado… y por tu carisma… podrías llamarte… ¿Samanta? A lo mejor.
Me quedé patidifusa, ¿cómo este desconocido
terriblemente hermoso, podía saber mi nombre?
-¿Qué… Como… ¿COMO SABES ESO?¿Qué eres del C.I.A?
Seguro que te ha mandado mi padre, para vigilarme. Dile a mi padre que esto no
le va servir de nada.
Él estaba riéndose como si hubiera contado el peor
chiste del mundo (el mejor no, porque los más graciosos son los peores, o esa
es mi teoría)
-¿De qué te ríes?- Pregunté, ya que él seguía
riéndose.
Señalo mi libro en el que ponía propiedad de Samanta
Santana. Que estúpida soy de verdad. Pero para intentar arreglarlo dije:
- Encantada, Samanta pero mis amigas me llaman Sam-
Y le cedí la mano para que la diera y
con los mofletes relucidos en color rojo tomate.
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